martes, 11 de noviembre de 2014

Indies, Hipsters y Gafapastas: Crónica de una dominación cultural: Victor Lenore

      Recuerdo hace unos años que la banda británica My Bloody Valentine decidió volver a reunirse tras casi dos décadas separada y en los medios se empezaron a destacar sus conciertos, su discografía (en una carrera que engloba casi 30 años, tres discos de estudio, el último editado el año pasado). Todo era un halo de grandiosidad, hay leyendas que dicen que su vocalista empeñó más de una semana en grabar las pistas de una pandereta. Pues bien, un servidor, que siempre trata de descubrir nuevas músicas, no tenía mucha idea de ellos, lo típico, alguna vez había leído sobre ellos, pero nada más, desconocía su discografía y el "impacto" que causaron.
 Por edad, tenía siete años cuando editaron su disco más reconocible, “Loveless”, pero me sorprendió ver a gente de mi edad hablando de ellos como la panacea del rock, como si fueran visionarios, como si llevasen escuchando las canciones del grupo británico desde el vientre materno y pensé, o estos chicos tienen algún hermano más mayor que les pasaba sus discos o simplemente se quieren hacer los listos. 

Es increíble ver como gente que siempre habla mal de los críticos de música o cine, acaba adoptando la misma opinión que estos vierten en los medios, siguiendo cual borregos su credo, sin criterio alguno, en pos de parecer más inteligente por hablar del último grupo de San Francisco o la última película de David Lynch. Para mí esto es el más claro ejemplo de hipster o gafapasta, o como dirían nuestros padres, el “moderno de toda la vida”, mucho ruido y pocas nueces.


Lo reconozco, me fascinan estos temas, como una contracultura, se convierte en un fenómeno de masas, como movimientos que comienzan como minoritarios, acaban adaptados al consumo más feroz, como músicas “consideradas” minoritarias e incluso antisistema llenan festivales repletos de grandes marcas. Las contradicciones que implica el mundo de la música, cine, el arte en sí, son tan fascinantes como temerarias ¿Será simple curiosidad? ¿Será tirria a los modernos? Probablemente ambas. ¿Por qué hay gente que te intenta vender que lo que escucha es mejor que lo que tú escuchas?  Yo, que soy una persona sin alardes de sabelotodo, siempre trato de observar estos fenómenos desde un punto de vista imparcial, pero cuesta mucho ser imparcial ante tanta tontería.
En este libro, el periodista musical Victor Lenore, colaborador en El País, La razón o Rockdelux entre muchos otros, hace un análisis del movimiento hipster, también llamado indie, moderno o gafapasta, y la relación entre su individualismo y su escaso o nulo compromiso político, y el machismo y racismo que impera en dicha cultura. En este libro, el periodista soriano expone que esta cultura se ha establecido como la cultura dominante con el amparo de los medios de comunicación  que, otorgan al indie más espacio que a otras músicas. Cita, que en las noticias de deportes de Cuatro suenan The Black Keys o Four Tet, que el magnate ultraderechista Rupert Murdoch invierte 50 millones de dólares en Vice, medio de cabecera para hipsters de medio mundo. Hay un capítulo dedicado a Diplo, un conocido dj y productor que roba ritmos de músicos de las favelas, sin ni siquiera incluir en los créditos a dichos músicos, para su música o la de grandes estrellas. O como Madonna al ser acusada de plagio por uno de esos artistas, ofrece al denunciante que sea su telonero en vez de arreglarlo en los tribunales. No se puede decir que el periodista no se haya documentado para tratar este fenómeno, porque no faltan referencias a otros ensayos como "¿Qué fue lo hipster?" de Mark Greif o el "Negro Blanco" de Norman Mailer o "Energy & Flash" de Simon Reynolds. Incluso frases que incluye de otra gente, como sociólogos o amigos suyos sin ir más lejos, tienen su chicha. El periodista cita webs como Jenesaispop o a el artículo publicado en El Diagonal “Machismo Gafapasta” y hay mención a como la Reina Letizia se escapa de la zarzuela para ir a conciertos de Eels o Los Planetas entre otros. Estos son solo unos pocos ejemplos, hay muchos más. El prólogo lo firma Nacho Vegas.

En mi opinión, las descripciones de Lenore sobre esta tribu urbana se acercan bastante a la realidad, pero el esnobismo y el postureo es algo que ha existido y existirá siempre y no es propio únicamente de los hipster, al contrario, ahora con internet como vehículo, se acrecienta, donde gracias al anonimato (y sin él) puedes poner a parir en un foro, sentar cátedra y arreglar el país a golpe de clic, por lo que extrapolar comentarios en páginas de internet, como la opinión de una mayoría me parece demasiado atrevido. Algo así ocurrió en casos como el de Julieta Venegas o Calle 13, en los que los hipsters se indignaron (en internet, no llegaron a tomar las calles) porque actuaban en el festivales  como el FIB o el Sonorama. Casos así han sucedido en otros festivales que nada tienen que ver con el indie, como cuando por ejemplo Ramoncín tuvo que parar su actuación en Viñarock, un festival donde no ha hecho mucha gracia la inclusión de grupos como Pereza o Melendi en alguna edición. Tampoco la inclusión de David Guetta en Monegros es que gustase demasiado.
El principal acierto de Lenore está al decir que el hipster, no siente remordimientos e incluso se siente orgulloso de su consumo, y al exponer que esta tribu urbana no causa problemas políticamente. También estoy de acuerdo en que el marketing y el indie son buenos compañeros de cama. Desde luego que el libro atiza a diestro y siniestro a hipsters y no hipsters, algunos de sus argumentos son irrebatibles. Lo realmente triste de todo esto, es que todas estas definiciones, esos hábitos que tan bien define Victor Lenore, los comparten muchas más personas de lo que parece. ¿Serás tú un Hipster de esos?
Lo mejor: Aunque es triste, en muchos aspectos Lenore tiene más razón que un santo.
Lo peor: Que no se haga un análisis sociológico más profundo sobre estos temas.