domingo, 27 de noviembre de 2011

Bunhill Fields

         Han sido muchas cosas, emociones por aquí y por allá, despedidas, bienvenidas, cambios radicales, pero tras un periodo necesario para adaptarme a una nueva situación, estoy de vuelta por estos lares, porque un servidor ha abandonado territorio español.
Qué hacer ante una tierra que no puede ofrecer trabajo ni grandes expectativas, una tierra siempre alegre, pero ahora sin gracia. A cambio me encuentro en un país con menos gracia aún, con un idioma que aprender, una experiencia que vivir y mucha gente a la que conocer. Sí, estoy en Londres, como otros tantos miles de españoles, que parece que nos hemos puesto de acuerdo y hemos inundado la ciudad del Támesis.

Mis conocimientos sobre el idioma son básicos pero puedo entender casi todo lo que me dicen, aunque expresarme bien en este idioma ahora mismo es una utopía. La música es un buen aliado para que mi oído se haga a el inglés poco a poco, y mientras paseo y admiro los monumentos de esta ciudad, escuchar música en inglés empieza a sonarme menos a chino, vamos, que empiezo a distinguir bien y a entender nítidamente lo que dicen las canciones, eso sí, a mi ritmo.

 La verdad es que aquí en Londres mientras en el metro la gente juega a extraños juegos en sus móviles de última generación o actualiza su Facebook, escuchar música es mi pasatiempo favorito, porque determinados tipos de música parecen estar hechos para lugares de esta ciudad. Puede parecer un poco "freaky" por mi parte, pero cada parte de la ciudad parece como si tuviese una música asignada, mientras en el centro la épica de las canciones de Mogwai me sirve para sortear turistas, en el metro suelo escuchar algo más pausado para aguantar las horas punta.

Tiene gracia, porque hace poco paseando por la City mientras escuchaba a The Doors me encontré con un lugar que me llamó mucho la atención: "Bunhill Fields", el lugar donde está enterrado William Blake, el autor del verso del que la que la banda californiana tomó su nombre:

If the doors of perception were cleansed everything would appear to man as it is, infinite".
Traducción: Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito.


La verdad, aunque en Londres cementerios de este tipo hay a patadas, este me llamó mucho la atención porque es a su vez un parque y mientras lees, fumas o escuchas música, los niños revolotean y juegan a tu alrededor, mientras cadáveres que llevan más de tres siglos ahí les rodean. Por decirlo de forma irónica es un cementerio con mucha vida, rodeado de sucursales bancarias, casas y justo enfrente de la sede de la iglesia metodista.

Sus tumbas presentan un aspecto tan decadente y tan lúgubre que parecen de mentira, como si formasen parte de un decorado de película de Serie B, pero el lugar es francamente bonito cuando caen las hojas en pleno otoño y llenan sus recovecos. En muy pocas lápidas puedes distinguir el nombre, es más la tumba donde están enterrados William Blake y su esposa no tiene nombre, pero sí se ha erigido un monumento en su memoria (foto de arriba) en el que fanáticos del artista británico dejan presentes. Las colillas y ceniza de los cigarros y porros le dan cierta semejanza a la tumba de Jim Morrison, eso sí, sin el nivel de visitas que tiene la tumba del vocalista californiano en el cementerio parisino de Père Lachaise.






En este cementerio hay muchas personalidades británicas de siglos pasados. Por citar algunos nombres, Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe, que es junto a Blake el único nombre que me sonaba. John Hyatt el creador de la iglesia metodista o el matemático Thomas Bayes, junto a Blake y Defoe son probablemte los inquilinos más conocidos de este lugar.

Una sociedad se encarga del mantenimiento del cementerio y de cuidar a los animales que alberga en su interior, ardillas, lagartos, arañas y demás bichos forman parte del panorama.



 En definitiva, es una maravilla escondida (bueno no tanto) en la City, uno de esos lugares que descubres cuando vienes a Londres a algo más que turismo. Si alguien que lea esto tiene pensado venir a Londres, no debería perderse esta visita porque es un lugar con un encanto enorme, y como además es un cementerio vigilado puedo dar su localización sin miedo a que los vándalos hagan de las suyas. Las paradas de metro más cercanas son las de Old Street y Moorgate. No os lo perdáis, merece la pena.


Nota: Si tengo tiempo de asistir a algún concierto de la enorme oferta musical que ofrece esta ciudad, probablemente deje una crónica por aquí.