El día de este concierto camino del “Royal Festival” Hall”, un
auditorio situado en la orilla del Támesis podía observar como llovía sobre el
río, y entre las vías del tren veía el Big Ben o el London Eye, que ya tengo
muy vistos de por sí, pero esa día con la lluvia era realmente una bella estampa, nada que ver con el trasiego
de maletas diario, gente que viene, gente que se va, algo que hace que veas esta ciudad demasiado
impersonal, caótica y dura, pero para paliar esos malos pensamientos, nadie
mejor que Low.
Nada más tomar asiento en la butaca salieron a la palestra
los británicos “Lanterns On The Lake”. El sexteto de Newcastle realiza una
música repleta de altibajos , la dulzura de la frágil voz de su cantante con
las rasgaduras con arco de violín a lo “Sigur Ros” de uno de sus guitarristas mezclados
con violín y piano hacen una mezcla atractiva para los oídos, pero tanto
derroche de originalidad acaba siendo cansino y más si esperas a Low
fervientemente. Pese a todo me parecen muy recomendables.
Con unos minutos de retraso respecto al horario establecido
aparecieron los de Duluth (Minnesota), totalmente de negro, cual camareros,
pero no iban a decir eso de “How can I help you”, el guitarrazo inicial de “Nothing
But Heart” daba inicio al concierto, mientras Allan Sparhawk con su voz daba
intensidad a una canción ya de por si intensa, así da gusto. En el fondo unas
proyecciones de aviones antiguos acompañaban a la música. Enseguida Nightingale
(soberbia) y “Try To Sleep” continuaba una
senda creciente en la que los temas del sobresaliente C’mon se desarrollaban,
de una forma distinta a la que suenan en disco,
en directo suenan menos eléctricos, pero con mucha personalidad.
Pronto sonó “Sunflower” y mientras sonaban canciones como “In the Drugs” o “Little
argument with myself” te das cuenta de la magia que tiene el grupo. “Silver
Rider” me emocionó y “Murderer” con su crescendo hace que la butaca te resulte
incómoda. Pero no fue un concierto tranquilo en canciones como “Everybody’s
Song” y sobre todo en “Pissing”(descomunal)
hubo lluvia de electricidad. Cabe destacar que la aportación de Eric Pollard al
piano y teclados da mucha más intensidad
al grupo, eso unido al sobresaliente bajista Steve Garrington y a la pareja
formada por Sparhawk y Mimi Parker (que voz tan dulce) hacen que sus conciertos
sean inolvidables. Parcos en palabras, desplegaron un repertorio de canciones que
oscilan entre la melancolía y la esperanza, con una maestría impecable. No
puedo poner ningún pero, si hasta las cervezas estaban baratas. Inolvidable.
Fotos: Steve Asenjo, Peter Foolen
2 comentarios:
q bonito joder! me hubiera encantado ir
Vaya, ya veo que te has subido al carro de conciertos londinenses. Low son únicos. Yo los ví hace poco en una antigua iglesia. Y el momento "Pissing" se me ha quedado grabado en la cabeza para siempre. Saludos!!!
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