miércoles, 25 de abril de 2012

Low - Royal Festival Hall (Londres) - 3 de Abril

       
 Al principio del film de Tim Burton “Sweeney Todd”, Johnny Depp canta “No place like London”,  y no puede tener más razón (suscribo lo de “full of shit”) porque la ciudad aunque algunas veces te parezca que es lo peor, tiene cosas buenas, como por ejemplo una apabullante oferta cultural (porque por aquí da conciertos todo dios)  y mucha gente dispuesta a disfrutar de toda esa cultura.

El día de este concierto  camino del “Royal Festival” Hall”, un auditorio situado en la orilla del Támesis podía observar como llovía sobre el río, y entre las vías del tren veía el Big Ben o el London Eye, que ya tengo muy vistos de por sí, pero esa día con la lluvia era realmente  una bella estampa, nada que ver con el trasiego de maletas diario, gente que viene, gente que se va,  algo que hace que veas esta ciudad demasiado impersonal, caótica y dura, pero para paliar esos malos pensamientos, nadie mejor que Low.

Nada más tomar asiento en la butaca salieron a la palestra los británicos “Lanterns On The Lake”. El sexteto de Newcastle realiza una música repleta de altibajos , la dulzura de la frágil voz de su cantante con las rasgaduras con arco de violín a lo “Sigur Ros” de uno de sus guitarristas mezclados con violín y piano hacen una mezcla atractiva para los oídos, pero tanto derroche de originalidad acaba siendo cansino y más si esperas a Low fervientemente. Pese a todo me parecen muy recomendables.

Con unos minutos de retraso respecto al horario establecido aparecieron los de Duluth (Minnesota), totalmente de negro, cual camareros, pero no iban a decir eso de “How can I help you”, el guitarrazo inicial de “Nothing But Heart” daba inicio al concierto, mientras Allan Sparhawk con su voz daba intensidad a una canción ya de por si intensa, así da gusto. En el fondo unas proyecciones de aviones antiguos acompañaban a la música. Enseguida Nightingale (soberbia)  y “Try To Sleep” continuaba una senda creciente en la que los temas del sobresaliente C’mon se desarrollaban, de una forma distinta a la que suenan en disco,  en directo suenan menos eléctricos, pero con mucha personalidad.



Pronto sonó “Sunflower” y mientras sonaban  canciones como “In the Drugs” o “Little argument with myself” te das cuenta de la magia que tiene el grupo. “Silver Rider” me emocionó y “Murderer” con su crescendo hace que la butaca te resulte incómoda. Pero no fue un concierto tranquilo en canciones como “Everybody’s Song” y sobre todo  en “Pissing”(descomunal) hubo lluvia de electricidad. Cabe destacar que la aportación de Eric Pollard al piano y teclados da mucha  más intensidad al grupo, eso unido al sobresaliente bajista Steve Garrington y a la pareja formada por Sparhawk y Mimi Parker (que voz tan dulce) hacen que sus conciertos sean inolvidables. Parcos en palabras, desplegaron un repertorio de canciones que oscilan entre la melancolía y la esperanza, con una maestría impecable. No puedo poner ningún pero, si hasta las cervezas estaban baratas. Inolvidable.